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Víctor Mendieta/Vulgar Topic

La fiereza del sonido de Harm’s Way, alcanzaba como para derretir la cerilla de los oídos. James Pligge, el cantante, paseaba su corpulenta humanidad de un lado a otro del escenario como gato enyerbado y los músicos aporreaban los instrumentos con fe. Se trataba de la medicina que estos gabachos recetan habitualmente y que por primera vez se aplicaba en la ciudad.

Frente a ellos, apenas unas 50 personas se arremolinaban entre las mesas de la Bombilla630 para sacudir el cuello y circundar un pit por el que apenas cruzaban algunos karatecas. Eran pocas presas para la agrupación, pero las suficientes para no mitigar su sed de violencia sonora.

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Luego de que Omega, Ruinas, Dimensiones   y A Call For Revenge, se encargaran de calentar el sartén con grasa nacional, los de Chicago brincaron al ruedo para soltar sin miramientos el primer soplamocos: “Human Carrying Capacity”, canción extraída de su último disco.

Tras una pausa de varios minutos forzada por fallas técnicas, los Harm’s retomaron el golpeteó desde donde lo habían dejado y prosiguieron con el castigo, apoyados principalmente por los temas de Posthuman, su primer trabajo para Metal Blade (“Sink”, “Become A Machine”, “Call My Name”). El set tuvo espacio también para evocar los discos Rust e Isolation, a través de rolacas como “Among The Rust” y “Breeding Grounds”.

Luego de casi una hora de show, el quinteto enfundó las armas y bajó de la tarima entre aplausos para convivir por un rato con la escasa fanaticada.

Otra noche de desdén en Guadalajara.

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