Vieron, vinieron, triunfaron y se enfiestaron. Los suecos de In Flames quizá ya no cuenten con el “filin” íntegro del death metal melódico, que los llevó a ser una de las bandas más populares del género hace algunos años. Con el correr del tiempo han aligerado su sonido, más no las buenas artes de ejecución, y con el concierto del viernes pasado en el BMLS Showcenter de Guadalajara lo comprobaron.La banda liderada por Anders Fridén sabe cómo montar un concierto de rock pesado y con un repertorio de 18 canciones, convencieron a viejos y nuevos fans, quienes aplaudieron sin miramientos durante poco más de una hora.
Luego de tratar tibiamente a los metalcoreros chilangos de Cathleen, el respetable tapatío, que registró una entrada apenas aceptable (quizá rozaba el 75 por ciento de aforo del congal), recibió entre porras a los oriundos de Gotemburgo y comenzaron un brincolín con “Drained”, canción que también es la apertura de su último disco de estudio, Battles.
A partir de entonces, el sonido del BMLS fue puesto a prueba y a pesar de los rumores que se regaban sobre sus falencias, éste cumplió a cabales. Así, desde cualquier punto del salón los riffs, tamborazos y gritos desde el escenario se escucharon con vasta decencia.
Luego de un impasse con rolas bisoñas de Battles y Siren Charms, regresó la agitación de los asistentes y de los despachadores de cerveza, con un triplete que volteó a algunos de los álbumes más vendedores de la banda: Come Clarity(“Take This Life), Reroute to Remain (“Trigger) y Clayman (“Only For The Weak”). Ésta última, junto con sendos temazos de The Jester Race (“Moonshield” y la instrumental “Jester’s Dance”), fueron los únicos guiños al pasado profundo de la agrupación.
Pero los músicos parecieron sentirse muy cómodos con las piezas contemporáneas. Anders, Björn Gelotte (guitarra), Niclas Engelin (guitarra) junto a los nuevos fichajes, Joe Rickard (batería) y Bryce Paul (bajo), echaron harta sonrisa y hasta se dieron tiempo para bromear entre ellos, en el único momento que Fridén se dirigió con el público.
Salvo esa tregua, In Flames se dedicó a despachar canciones consecutivas hasta llegar a “The Quiet Place”, con la que finalmente se bajaron del escenario. El encore se lo ahorraron para salir apresuradamente al “after” oficial y festejar como hijos de vecino, una misión cumplida más.
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